11 jul 2008

"Los conejos de Schrödinger"

Durante buena parte del siglo XX, los intentos de explicar qué era lo que pasaba realmente en el mundo cuántico parecían condenados al fracaso. Pero recientes avances tecnológicos han convertido la cuestión en algo práctico y urgente. Un brillante e imaginativo grupo de físicos de la Universidad de Oxford aceptó el reto y esta es su historia.
Finalmente, hay una forma sensata de pensar en la mecánica cuántica. El nuevo punto de vista elimina la necesidad de creer en la aleatoriedad, en las misteriosas fuerzas que actúan a enormes distancias o en los observadores conscientes que gozan de misteriosos poderes. Pero esta nueva interpretación tiene un precio: hemos de aceptar que vivimos en un multiverso en el que se van desplegando numerosas versiones de la realidad, unas al lado de otras. Las consecuencias filosóficas y personales de este estado de cosas son sobrecogedoras.
Esta nueva interpretación ha permitido a unos físicos imaginativos concebir nuevas y maravillosas tecnologías: dispositivos de medición que efectivamente comparten información entre mundos, y ordenadores que pueden utilizar el poder de otros mundos para efectuar cálculos. Paso a paso, los problemas inicialmente asociados con la formulación original de los muchos mundo han ido siendo abordados y contestados de modo que ha empezado a emerger una nueva imagen del mundo, a la vez clara y sorprendente.
Del mismo modo que Copenhague fue el centro de las discusiones cuánticas hace unas décadas, Oxford se ha convertido últimamente en el epicentro del moderno debate, con figuras como Roger Penrose y Anton Zeilinger defendiendo el punto de vista de la existencia de un solo universo, y David Deutsch, Lev Vaidman y muchos más defendiendo el punto de vista de los muchos mundos.
Colin Bruce es un físico independiente de Oxford que ha asistido al debate desde un asiento de primera fila. Gracias a su habilidad narrativa, el lector entenderá por qué un punto de vista como el de los muchos mundos, a primera vista fantástico, es no sólo una forma útil de ver las cosas, sino un punto de vista realmente persuasivo.
Los mundos paralelos son reales como las distantes galaxias detectadas por el telescopio espacial Hubble, aunque las pruebas de su existencia consistan simplemente en un puñado de fotones.
Edita BIBLIOTECA BURIDÁN

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